Los agricultores de todo el mundo se enfrentan al reto de producir alimentos para una población creciente en un contexto de cambio climático y bajo unas exigencias medioambientales cada vez más estrictas. En ese contexto, investigadores, empresas y organizaciones analizan diferentes técnicas que puedan ayudar a producir con rentabilidad y sostenibilidad. Una de esas técnicas es el intercultivo o intercropping.
En España son la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) los que están analizando las oportunidades y dificultades que aporta esta técnica, y lo están haciendo gracias al proyecto internacional Leguminose, coordinado por la Universidad de Florencia, y que se desarrollará durante los próximos cuatro años.
Ayer, la sede de UPA en Madrid acogió una jornada de trabajo con agricultores, expertos e investigadores en la que analizaron los puntos positivos y negativos que puede tener esta técnica basada en asociar cultivos. Entre los positivos se mencionaron los beneficios para el cuidado del suelo y la lucha contra la erosión o la reducción del ratio insumos-productividad.